Ya NO estamos para esos trotes

"¡Pero si Tramal es dosis para caballo!"
Escuché a un par de vecinas comentar en la calle, mientras regresaba de mi trote sabatino. Recordé entonces aquellas pepas que hace un tiempo tomé y que aliviaron mis insoportables dolores musculares. Afloró en mi la Corín Tellado y pensé: 
"¿Quizás soy una yegua herida, entonces?"
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Hace un par de meses, me di un estirón crujiente de aquellos que me dejaron petrificada del dolor. Sabe Dios si fue por cargar peso en mala postura o de pronto le clavaron una aguja punta roma a mi muñequito Budú.
Durante varias semanas, mis pasos eran temerosos y levantarme de la cama era un deporte extremo.
No estoy segura si fueron los Tramales cada 12, la frotación de 4 hierbas milagrosas o las inyecciones de relajantes musculares, pero quedé curada hasta nuevo relinche.
Y últimamente debo confesar que encuentro un placer tántrico, recibir masajes descontracturantes hasta que suene el último conejo en mi cuerpo.

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Que la ciática, la lumbar, la gastritis, que el helicobacter, que la intolerancia a la lactosa, los triglicéridos elevados, los quistes, los meniscos… alguno de estos términos siempre termina colándose últimamente en los temas de conversación con mis amigos. ¿Somos acaso la Generación ACHA? (llena de achaques).
Creo que recibir mi primera TENA en un concierto de Pandora fue una señal… ¿Será que debo hacerle caso a Ramón Ferreyros y dentro de poco debo preocuparme de la pérdida de masa muscular? ¿Será que tomar Kitadol a mi edad te alivia la migraña pero te deja hornie como Charito?
Pues ni modo, los años pasan, pesan y te pisan si no estás preparado para sobrellevarlos. Así que usaré la TENA con mucho orgullo si es que algún día, sigo bailando como el viejito de las muletas
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C.

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