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Mostrando entradas de diciembre, 2017

Unidad de Cuidados Intensivos

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Las entradas a la UCI de la clínica Centenario se hacían solo dos veces al día. Tenias que usar una bata antiséptica, cubrir tus zapatos con botitas descartables y entrar de a uno. Jamás con el celular. El enfermo estaba conectado a varias máquinas monitoreadas en la estación de enfermeras. El único autorizado a dar los reportes del paciente era el médico de guardia, quien dos veces al día, nos reunía en una salita fría del costado y nos hablaba sin tapujos del pronóstico de mi padre, luego de un par de paros cardíacos y serias descompensaciones renales. De las tres temporadas que estuvo allí, muy pocas veces lo encontré despierto. Recuerdo que hubieron visitas en las que, con las pupilas dilatadas y la boca reseca, me hablaba incoherencias, producto de las toxinas que recorrían su sangre. Me contaba historias conspirativas entre los doctores y las enfermeras, con secuestros de pacientes y balas. A veces cuando se ponía agresivo, tenían que atarlo a la cama y darle calmantes.