La Tongolele
Mi fascinación por la radio es una de las cosas que pocos saben de mí. Intenté ser locutora de radio en fallidas oportunidades. Hice un casting luego de esperar varias horas afuera de Radio América. Relaté noticias ecológicas un par de veces por Radio Miraflores. Solté una palabrota al aire en la cabina de un programa de Radio San Borja. Sin embargo, conozco de radio La Kalle desde que en el 2014 mi papá me pidió grabarla como emisora preferida, en su celular negrito, ese pequeño, pero resistente aparato análogo Nokia que mi viejo escuchaba con sus audífonos; mientras otra fría y enorme máquina, le hacía lentamente sus últimas sesiones de diálisis. Al inicio pensaba que mi padre había cambiado radicalmente sus gustos musicales, pues creía que esa radio con nombre de grafitti de barrio, era full reggeaton y perreo duro, con locutores de pantalones calzonudos y bling bling en el pecho. Nada más lejano de la realidad. Antes de caer enfermo, mi viejo caminaba