HUMMUS OF BARRANCO


“Es una clase de educación física hipster”-le dije a Rafito, cuando me preguntó por mis primeros días de entrenamiento. Y es que en todo KO no había ni caminadoras, ni elípticas, ni máquinas con fierros. Solo veías al buen Buda recibiéndote y un muro repleto de post its con mensajes motivadores.


Rafito era mi mejor amigo de la universidad, y desde hace varios años andaba metido en el mundo fit, a punta de tilapias y claras de huevo. Con El Enano (su personal trainer) había logrado sacar un torso digno de ser tallado en piedra.

Ese fin de semana, mientras hacíamos tiempo para que empiece la película, le pedí a Rafito que me acompañara a conseguir una serie de suplementos desconocidos que venían en mi plan nutricional.

Entramos a esta tienda de vitaminas, carnitinas y demás “inas” que vienen en potes enormes.
-       Joven ¿tendrá Espirulina? –le pregunté
-       No señora, eso no tenemos–me dijo con el 80% de su cuerpo inmóvil apoyado en el mostrador.
Cogí del brazo a Rafito, respiré y terca continué preguntando
-       ¿Y proteína 100% vegetal? 
-       No, solo tenemos las “whey”, las de suero de leche.



Empecé a sospechar que estos suplementos de mi nuevo plan alimenticio, no los vendería aquel pelado de brazos hinchados y de polo una talla menor a la suya; si no más bien un chico de tez bronceada, barba crecida, piernas peludas, con bermudas caqui y polo desteñido, manejando una jeep antigua con tolva.

El domingo siguiente, mágicamente a la hora del sunset, el chico de la jeep apareció en la puerta de mi casa trayendo mi pedido de Sun Warrior, una proteína vegana sabor a chocolate.
-“Es que me quedaba de pasada, así que preferí traértela. Espero la disfrutes”- me dijo sonriendo con el cielo pincelado en naranja detrás de él.

Poco a poco, fui consiguiendo la mayoría de los alimentos orgánicos, veganos y sugar-gluten-free de mi plan nutricional.
Sin embargo, nombres como Kale o Endivias, a la fecha me siguen siendo un misterio. En la lista también me quedó pendiente conseguir productos hechos con Hemp, que seguramente en la alacena de muchos amigos hubieran desaparecido rápidamente.
Empecé el régimen, “fixeándome”. Mi refri albergó por unos días estos sixpack de jugos deliciosos (aka “cold pressed juice”) llamados FIX, que costaban cada uno igual que un chilcano en el Ayahuasca. Digamos que durante 3 días me pegué una tranca DETOX.


Esas primeras 4 semanas, seguí el régimen vegano, y abandoné las carnes y lácteos de todo tipo. No los extrañé. Fui feliz entre frutas, verduras, hamburguesas de lentejas y leche de almendras. La mantequilla de maní con queso de soya fue mi perdición. Sin darme cuenta, o quizás sí, me empezaba a transformar en una Hummus of Barranco.


Como lo orgánico era saludable pero muy caro, recorrí varios mercados y ferias ecológicas en busca de precios que se acomoden a mi presupuesto. Descubrí por ejemplo que, en el mercado mayorista de la picante Av. Aviación, un kilo de cashews tostados a granel, me costaba lo mismo de 250 gr de los que venden en los supermercados.

Jamás se me habría ocurrido comprar semillas de girasol como snacks para mis reuniones de amigos. Recibía miradas con el rabillo del ojo, cuando pedía hummus de garbanzo y palitos de zanahoria, en vez de tequeños o chicharrones para picar entre todos.

La cosa era simple pero complicada a la vez: Así entrenes duro y ganes el título de Miss Sudor 2017 (que por cierto me lo llevé en el tercer KO90), lo que comes es el 80% de tus resultados. “Come ligero, piensa ligero y te sentirás ligero” decían los entrenadores.

Durante el programa cada día ejercitábamos una parte distinta del cuerpo:
·      LUNES de yoga
·      MARTES de piernas
·      MIÉRCOLES de brazos
·      JUEVES de pecho y espalda
·      VIERNES de “core” (tu centro abdominal)
·      SÁBADO tocaba guantes para boxear (esa es historia de otro post)
·      Y el DOMINGO tocaba tarea con ejercicios de functional con el app NTC de Nike.
No había descanso para este cuerpo decadente.



Debo confesar que los lunes de YOGA, eran los de más alta deserción en la semana, a pesar que la clase, en aquel tiempo la dictaba la mismísima CEO del KO: Ale Llosa. A algunos seguramente les parecía muy suave eso de estirarse como paloma, encorvarse como gato o mecerse como bebé feliz, pero en realidad cada postura genera una flexibilidad asombrosa en todos los aspectos (sí ahí también).

En esas semanas de acercamiento al mundo yogui descubrí que:
1.    El equilibrio no es mi fuerte pero el bloque de yoga es mi mejor aliado
2.    La flexibilidad puede ser extremedamente dolorosa y deliciosa la vez.
3.    Las chaturangas son planchas de tríceps con nombre divertido y que solo a un tiranosaurio rex le sería imposible hacerlas.
4.    Savásana y el niño son hasta ahora mis posturas preferidas, porque disfrutas esos segundos de no pensar en nada y relajar todo tu cuerpo.

- Rafito tú sabes que soy chanconaza, así que si me piden pararme de cabeza lo haré -le dije mientras mordía mi pera de agua.
- “Namasté” -me dijo acabándose su balde de canchita mientras terminaban los trailers.



(Siguiente entrega: fotos del DESPUÉS)



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