Blackberry y Aguaymanto





Albertina (a) Tina, conoció a Ranjit en el lobby del edificio donde trabajaba. Ella llegaba de almorzar y Ranjit llegaba a visitar a un cliente. Ambos cruzaron miradas esperando el ascensor. Mientras Ranjit estaba conversando en inglés con su interlocutor, Tina se percató que ese apuesto moreno de lentes redondos y labios carnosos, era fanático de los Angry Birds, al igual que ella.

-Your case… it’s so cute!
Con sus cejas encorvadas y mirada lánguida, Tina se animó a decirle a ese extraño, que la carcasa de Angry Birds, que protegía su Blackberry le parecía linda.

Ranjit levantó su mirada y vio el hombro desnudo que la blusa de Tina dejaba ver. Sacó el case de su teléfono y se lo regaló.

-No, no, no… please… don’t… don’t!
Tina movía las manos tratando de evitar la entrega.

-Take it please. It’s for you. I’m Ranjit, and this is my PIN. 
Ranjit aprovechó que estrecharon sus manos, para entregarle su tarjeta personal. 

Tina sonrió, sacó de la billetera su tarjeta también, anotó su número de PIN y se la entregó a Ranjit antes que el ascensor llegue al lobby.
-And this is mine. I am Albertina. You are so kind Ranjit!

Para ese entonces, era usual chatear entre los usuarios de Blackberry intercambiando solo el número de PIN. Ranjit y Tina iniciaron así conversaciones cortas cuyos pitidos se fueron haciendo constantes, seguidos de sonrisas de medio lado.

Luego de varios chats bastante pudorosos, quedaron en encontrarse para tomar unos piscos en Huaringas, el sitio ideal para una primera cita con un extranjero.

A las 10:15 pm Albertina se hacía entender a pesar de su inglés "acholado", como el pisco que pidieron. Él era de Mumbai, ella del Callao. Él tenía 32 años, era vendedor de textiles, separado y tenía una niña de 4, que vivía con su mamá. Ella era compradora de un retail, la única soltera de sus 3 hermanas, tenía 33 años y vivía aún con su mamá.

Esa noche rieron cada que ella se animaba a pronunciar una frase complicada usando el “Wait! I know this word…” (¿Cómo se dice esta huevada…?)

A pesar que Ranjit nunca logró entender qué tipo de fruta era el aguaymanto, bebieron dos macerados y un chilcano de pisco cada uno.

Para las 11:10 pm, Ranjit había rozado la mejilla de Tina con sus dedos, para ver de cerca los aretes que colgaban de sus pequeñas orejas. La piel de Tina se erizó. Esos pendientes bañados en oro de 28, llevaban una ilustración de Ganesha (un dios hindú con cabeza de elefante) vaciada en resina. Tina evidentemente no encontró mejor oportunidad de usarlos, que en esta ocasión.

Pasada la medianoche, y siendo un jueves previo a la presentación de su plan semestral de compras, Albertina creyó que era el momento de retirarse. Ranjit insistió en que lo acompañara a su apart hotel, para entregarle allí una artesanía hindú que olvidó llevar esa noche.

“Quiero regalarte este pequeño elefante que tengo guardado para ti” –eso fue lo que Albertina entendió.

Tomaron un taxi de los que estaban estacionados fuera del bar. Milagrosamente esa noche Tina perdió el miedo de viajar en un taxi de la calle. Evidentemente quería dar prisa a las intenciones de su nuevo amigo hindú. Ella rápidamente negoció con el chofer, y ambos subieron al auto verde de ventanas ahumadas.

Dentro del cuerpo de Tina, su bestia hormonal repasaba rápidamente ilustraciones del Kamasutra con el rostro de ambos. Las expectativas para esa noche, eran ligeramente altas.

Tina con el corazón bombeando como el motor de su Volkswagen, se sentó dentro del auto junto a Ranjit. Él la recibió con el brazo extendido para tocar ese hombro que lo volvió loco la primera vez que se conocieron. Al mirarse y sonreír, sus pupilas se dilataron. Inmediatamente el olor a pisco acholado se apoderó del asiento trasero, y se dieron un beso húmedo con sabor a aguaymanto, que duró dos suspiros agitados.

Ranjit empezó a besar su cuello. Por debajo de su blusa Tina sintió cómo esas manos de dedos huesudos recorrieron su espalda. Ella lo despeinó con sus manos, susurrando en su oído "You are so naughty". Rápidamente y con mucha habilidad Ranjit logró soltar su brassiere. Tina se sorprendió y alejó su pecho sonriendo. Sus pezones se endurecieron.

Ranjit la cogió del cuello y le estampó un beso, navegando con su lengua dentro del paladar. Los dedos de su mano derecha, seguían presionando sus pezones mientras sus palmas amasaban firmemente sus mamas.

Era evidente la erección de Ranjit. Tina se animó a verificarla. Su mano y la de Ranjit, sintieron la rigidez del incógnito miembro, que estaba a punto de explotar debajo de esos Dockers color caki.

Entraron de la mano a su departamento. Ranjit saludó a otro huésped que comía un sándwich caliente de queso mozarella, en el área común del hospedaje.

El cuarto era más pequeño de lo que imaginaba Tina. Una maleta azul abierta en el suelo, una Macbook encima de la cama y varias camisas esparcidas en el sofá. Sobre la mesa, que fungía de escritorio, vio una pila de libros junto a un cuaderno de notas y una cartuchera abierta con lapiceros de colores. No había televisión.

Ranjit le dio click a su computadora, y empezó a sonar una canción de Pitbull. Supuso que la letra excitaría más a Tina.

-Come here Tina... I want to fuck you!

Ranjit sentado en el borde de la cama, trajo de la cintura a Tina hasta que sus rodillas tocaran el colchón. El empezó a besar su ombligo subiendo lentamente hacia sus pechos. Metió una mano por debajo de la falda tipo lápiz que llevaba Tina, y con sus dedos hábilmente puso a un lado el fundillo de su calzón, para jugar con su vulva y finalmente meterlos en su lubricada vagina. 

-Is this Sea World? -miró pícaro hacia arriba. Tina no entendió mucho la broma, lo abrazó del cuello y lo empujó hacia ella, hasta que su lengua empezara a jugar con sus pezones. Tina soltó cortos gemidos rítmicos.

-Wanna feel you hard Ranjit! -Le dijo Tina exhalando un primer orgasmo que le sobrevino. El confundido, entendió que quería sentir su corazón.

Ranjit la tumbó en la cama, se quitó la camisa, los lentes y el cinturón. Se abrió la bragueta y salió a la luz un largo pene erecto, pero totalmente cubierto por su prepucio. Tina nunca había visto tan de cerca, a un miembro no circuncidado. “Oh my god!” pensó en inglés.

Tina cogió ese falo cubierto de piel, que parecía una tortuga adormitada y empezó a lamer el glande que fue descubriendo con sus manos. Poco a poco empezó a succionarlo y lubricarlo con su cavidad bucal. Ranjit solo miraba hacia arriba, mordiéndose los labios, hasta que ese movimiento constante se detuvo al escuchar el sonido de unas arcadas.

Sorry baby –le dijo. Now put your pussy on me…
Terminó de quitarse el pantalón y el calzoncillo que llevaba aún en los tobillos. Se echó en la cama y esperó erecto, que el cuerpo desnudo de Tina se sentara sobre su rostro.

Tina arrodillada en la cara de Ranjit con sus manos apoyadas en la cabecera de la cama, disfrutó cómo esa lengua, desafiaba la ley de la gravedad y jugaba en su vulva y clítoris. Ella gemía en perfecto español castizo diciendo: “¡Dios santo, me vuelves loca!”.

De ahí en adelante, y durante los siguientes 20 minutos, él la penetró todo lo que ella quiso. Tina no paró la cabalgata hasta encontrar su tercer orgasmo.

Cada que sus muslos se despegaban de la pelvis de Ranjit, su  bestia hormonal desfilaba en camiseta mojada frente a todos sus temores. El cuello de Tina cobró la plasticidad de un ganso y sus párpados se mantuvieron entreabiertos durante todo lo que restó de la noche. Cuando sus manos nuevamente se entrelazaron con las de Ranjit, él las cogió tan fuerte, que pudo haberle quebrado las falanges.

Las gotas de sudor ayudaron a resbalar sus cuerpos. Tina cayó agotada al lado izquierdo de la cama. El cuchareo de un miembro flácido pero tibio, se convirtió poco después en un lubricado y persistente sexo anal. Los miedos de Tina con esas posturas dolorosas se desvanecieron, su monstruo hormonal calló el "Wait...! I'm not sure...". Durante esa práctica, Tina se quedaba por momentos sin aire, pero él con sus susurros indescifrables logró liberar el placer que sentía en otras partes de su cuerpo.

Para la 01:45 am ambos estaban empapados, a pesar que la temperatura del cuarto se mantuvo a 20 grados. Las sábanas pegajosas cubrían sus cuerpos y ella boca abajo disfrutaba relajada del reposo de su cuerpo, mientras contaba las envolturas de condones sobre la alfombra.

Ranjit se había quedado dormido boca arriba, con una mano debajo de su cabeza y la otra cogiendo sus testículos.

Tina se sentó en la cama, bajó el volumen de la música y mientras buscaba con la mirada su ropa, miró embobada a ese atlético moreno que tenía al lado y le dijo: “Babe, I have to go” (Moreno delicioso… me tengo que ir)
-“Hmmm… it’s ok” –le respondió Ranjit entre dientes sin terminar de abrir los ojos.

Tina cogió su ropa, empezó a vestirse y vio sobre la mesa de noche, un pequeño elefante azul con aplicaciones doradas. Lo metió en el cierre de su cartera, cogió sus aretes, empezó a ponérselos, pero decidió dejar uno de ellos cubriendo el espacio vacío que dejó el elefante.

Sería su ofrenda a Ganesha por haberle permitido disfrutar del mejor sexo tántrico que tuvo aquel febrero del 2012.

En los meses siguientes Tina y Ranjit intercambiaron fotos calientes por Messenger, videos por Skype, pero al año siguiente Tina cambió el Blackberry por un Samsung Galaxy y no volvieron a verse más.  



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