STRONG IS THE NEW SEXY
A partir de los 20 años, cada década se
vuelve optimista. Los 30 son los nuevos 20, los 40 los nuevos 30, los 50 los
nuevos 40 y a partir de los 60 nada importa un carajo, porque siempre
pretenderemos tener 10 años menos, aunque la gravedad siga haciendo silenciosamente
su trabajo.
A Grecia Colmenares (una actriz
veneco-argentina famosa por protagonizar Topacio) la conocí cuando ella tenía
casi 40 años e interpretaba a una veinteañera en una novela producida en Perú.
Ella me dio un consejo que decidí aplicar 16 años después: “Tenés que
llegar regia a los 40, luego tu cuerpo te lo agradecerá ¿viste?”.
Pero durante el 2016 escuché en el KO otros
dos consejos magistrales de Ale Llosa, que también me quedaron tallados en el
cerebro: “Nunca calzarás en tus pantalones de quinceañera” y “Tira
la balanza a la basura”.
Debo confesar que nunca he usado la talla 28
en mis pantalones. He sido esa adolescente que se tumbaba en la cama para
embutirse en un pantalón Cottons talla 30, y aguantar el aire durante todo el
día, hasta que el botón de mi cintura lo resista.
Y es que las flacas hasta hace poco no eran
del gusto popular peruano. De hecho, la mayoría prefería la voluptuosidad de
una Amparo Brambilla, a la delgadez de una Chelita Muchotrigo.
Hoy a mis cuarentas, no pretendo parecer una
veinteañera flacuchenta como Grecia Colmenares. De hecho, descubrí que ni son los nuevos
treintas, ni los nuevos nada. Hoy creo firmemente que Strong is the new sexy… ("o
sea es mejor ser fuerte que ser flaca pe' señora").
Cada que me pongo los guantes, y le saco el
ancho a ese saco, o le meto un codazo en la cara al enemigo imaginario que
tengo a mi derecha, me siento la Española Roja en el ring de Glow. Y es que
hacer mi clase de KO a las 5:50am hace que me llene de una energía powersaza
que me mantendrá activa las próximas 18 horas.
Pero al inicio no fue así, en mi primera
clase de KO recuerdo que me sentí la persona más descoordinada del planeta. Fue
un sábado a las 08:30 am. Me confundí de horario y llegué media hora después
que el resto de mi grupo. Entré a otra sala, la sala grande, no conocía a nadie
y había al menos unas 15 KOers, (chicas fanáticas del KO) que con su postura y
mirada a lo Maicelo achorado, delimitaban su espacio, de al menos un metro a la
redonda. Con solo mirarlas sabias que no podías acercarte más de la cuenta, o
recibirías una patada circular en la cara.
Cogí mis pesitas amarillas de un kilo cada
una, y me ubiqué al fondo del salón. Solo había que seguir los movimientos de
los de adelante pensé.
Esa clase la dictó Camila Carlessi, socia de
Ale Llosa, yogui convicta y confesa, con articulaciones de plastelina y brazos
torneados con tatuajes coloridos. La misma que dos días antes se sorprendió, al
ver como mi rostro era una ducha de sudor al intentar balancearme sobre una
pelota de yoga.
Empezamos
facilito:
GUARDIA
DERECHA - JAB – CROSS – JAB – CROSS – JAB – JAB – CROSS (nivel
principiante)
Ahora
súmale:
UPPER
– UPPER – GANCHO – GANCHO – PATADA FRONTAL DERECHA – TOCO PISO – PATADA DE LA
GRULLA IZQUIERDA (nivel Karate Kid)
Y
para que tu cerebro no piense en nada más, intenta sumarle esto:
SENTADILLA
– PATADA DE BURRO DERECHA – SENTADILLA – PATADA DE BURRO IZQUIERDA – 04 SALTOS
Y EMPIEZA DE NUEVO CON GUARDIA IZQUIERDA (nivel KOer vitalicio)
Por
supuesto que al final de la clase, solo quería llorar de la desilusión por mi
terrible performance. Camila vio mi rostro empapado nuevamente, pero ahora con
los ojos vidriosos y me dijo: “Tranqui poco a poco vas agarrar ritmo,
es mejor que entrenes con tu grupo, dale… no tengas miedo”
Y
así pasaron los meses y sin darme cuenta, hoy a la hora de los guantes, me creo
Valentina Shevchenko y hago dupla con Simon (aka "Saimon"), un KOer de los bravos
que hace dos clases al hilo y con el que salpicamos sudores cada que boxeamos.
Y
es que amable lector, si llegó hasta esta parte de mi #historiaKO sepa Ud. que todo este tiempo mi meta no era estar flaca, tampoco era llegar a mi peso de cuando
tenía 20. Mi meta cambió en el camino y ahora solo quiero disfrutar mi edad y mantenerme
fuerte, así el ticket de papel térmico diga que tengo que bajar aún unos cuántos kilos más para llegar a mi IMC ideal.
C.
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