LOS KOERS
¿Tú también vas a KO? -me dijo aquella chica
de blusa blanca de seda, al poco tiempo de sentarme en el directorio de sus
oficinas. Nuestras miradas se cruzaron, nuestras pupilas se dilataron, se
dibujaron sonrisas en nuestras caras y juro haber escuchado a lo lejos, la voz de
Ale Llosa gritando “¡Métele con todo!”.
Yo reconocí el logo KO en su tomatodo verde olivo, así como ella reconoció
el sticker que tenía pegado al reverso de la pantalla de mi computadora. A
partir de ese momento, la reunión con Andrea, mi nueva cliente y KOer de la
Molina, fluyó sin necesidad de romper ningún hielo. Como si “Ice Ice Baby” de Vanilla
Ice hubiese sido banda sonora de nuestra productiva reunión.
Los KOers con ropa de civil, nos podemos
cruzar en una reunión de trabajo, en migraciones del aeropuerto, en la cola del
Banco de la Nación, parchando la llanta de tu carro o en el matrimonio de un
amigo, cuando en plena hora loca, te piden hacer una coreografía boxeando.
Podemos tener un look corporativo, así, bien peinados, con ropa seca, sin
sudor, sin zapatillas y oliendo rico. Pero cuando nos vemos, nos dan ganas de ponernos
en guardia y boxear intercambiando 20 golpes cruzados cada uno.
Los KOers nos identificamos no solo por el merch que usamos en nuestra vida
diaria, si no por esa sonrisa de plátano, que esbozamos cada que nos
reconocemos.
Tengo en mi cajón de ropa deportiva, suficientes polos de algodón de KO90, con
los que podría entrenar una semana de corrido, antes de llevarlos a la
lavandería.
Para la semana santa, fui una de las ganadoras del #ntcchallenge, y me
regalaron mi tomatodo blanco, con el polo Nike edición especial KO “Training
never looked so good”.
Le tengo especial cariño a mi diploma de cierre de KO90 de junio de este
año, y lo exhibo orgullosa al costado de mi cartón de Licenciada en Ciencias de
la Comunicación.
Se siente bonito que las chicas de recepción, se sepan tu nombre al entrar, que tus trainners te escriban para saber cómo sigues de tu lesión, o que les
nazca del corazón mandarte un inbox, solo para decirte que te haces extrañar.
Aunque hay días en los que me provoca demandar a la lavandería de mi
barrio, por perder mi hermosísimo sweater “Happy is the new black”, me acuerdo por
otro lado, que debería agradecer al universo, por todas las demás cosas que tengo
y que a veces se hacen invisibles a los ojos: un cuerpo sano, un techo donde
vivir, un negocio propio, una gata un poco tronada pero bella, una familia que
adoro y el tiempo suficiente para dedicarlo a cosas que amo hacer.
Este lunes regreso a entrenar, con muchas ganas de recuperar el ritmo de
una KOer que se respeta, de las que se hacen 10 burpees y 100 golpes al saco sin
chistar ni perder la sonrisa.
Agárrense KOers y vayan por sus guantes, que estaré en guardia esperándolos.
C.
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